El PAPA VIAJA A TIERRA SANTA


DIARIO DE UNA PEREGRINACIÓN


Las Cruzadas, como tantas referencias y evocaciones medievales, están de actualidad en nuestra sociedad moderna, consumista, neorromántica y tan dada a lo onírico y al ensueño.

Nunca como ahora, en estos últimos años, se han editado tantas novelas sobre los cruzados y sobre los llamados enigmas del medievo como los Templarios. El cine también ha sucumbido a esta fascinación. Y su historia remota, legendaria y tantas veces reinventada, vende el "producto" con primor..., aún cuando la verdad se confunda con el mito y con la intencionalidad ideologizada de los autores de estas novelas o películas, como ha acontecido recientemente con el fantasmagórico y megalománico filme "La última cruzada".
Sin literatura, sin película alguna, quien esto escribe ha pasado toda la mañana en la gran y última ciudad cruzada de San Juan de Acre, en la llanura costera que el Mediterráneo baña en la Galilea hebrea y árabe.

La antíquisima Akko

San Juan de Acre es el nombre "bautizado" de la antigua y próspera Akko, desde la antigüedad destacado centro comercial y portuario del Oriente Próximo. Es la ciudad bíblica de la tribu de Aser, como nos relata el capítulo 1, versículo 31, del Libro de los Jueces. Es la ciudad de Tolomaida, en la época de los Tolomeos, ciudad donde, según el libro de los Hechos de los Apóstoles, capítulo 21, versículo 7, desembarca Pablo camino de Jerusalén. Su privilegiada posición ha hecho de ella en la historia una plaza disputada, engrandecida, destruida, amada y odiada.
Es unas 75 ciudades más antiguas del mundo. Es patrimonio de la humanidad. Es la segunda ciudad más visitada de Israel, tras Jerusalén. Empiezan ya a ser mundialmente conocidos sus Festivales internacionales de Teatro y quiere abrirse paso el mercado turístico internacional. En enero de 2006 estará en Fitur y para este próximo año quiere abrir a todos los turistas los magníficos restos de su ciudad cruzada.

Ciudadela disputada

Debe su nombre cristiano a los Caballeros de San Juan. Fue la capital de los cruzados en Tierra Santa, una vez que fueron expulsados de Jerusalén. El Rey Balduino I la fortificó en 1104. Pero su "reinado" y su esplendor duró muy poco. Tras la derrota cristiana en la célebre batalla de los cuernos de Hattin en 1187, sufrió distintos avatares; cuatro años después fue reconstruida; en ella nació la Orden Militar de los Caballeros; y en 1291, año en que concluyen las Cruzadas, concluye también su hegemonía, que recupera en el siglo XVIII, en época turca. Napoléon, en 1799, llegó hasta ella y sufrió una de las primeras y paradigmáticas derrotas. Los ingleses levantaron una prisión sobre los restos cruzados de la ciudad y desde 1948, San Juan de Acre -Akko- es ciudad del Estado de Israel.
Akko,San Juan de Acre, la última ciudad cruzada, hubo de ser una hermosísima ciudad amurallada, una ciudadela, un fortín, que miraba al mar y al monte Carmelo de Haifa.
El Ayuntamiento local lleva dos décadas empeñado en redescubrir los restos de su esplendor. Es una ciudad de piedra y de bóvedas entre el románico y el gótico. Es una ciudad debajo de la actual ciudad. Es una ciudad que conversan un túnel hacia el mar -el túnel llamado de los Templarios-, un magnífico refectorio, la sala del Gran Maestre, el salón de los Caballeros, la cripta de San Juan y hasta los baños turcos de los siglos XVIII al XX.
Es hermoso su puerto. Hermoso y lleno de sugerencias: en él desembarcaron peregrinos también ilustres como el Rey San Luis de Francia -el rey de las Cruzadas- y San Francisco de Asís -el Custodio por excelencia de los santos lugares-.

Una ciudad abierta para los nuevos tiempos

Akko -o si se prefiere San Juan de Acre- tiene en la actualidad 53.000 habitantes, con una población dividida en paz entre árabes israelíes y judíos israelíes: 51% los primeros y 49% los segundos. Es ciudad de concordia, de interconfesionalidad y de tolerancia, tal y como fue galardonada recientemente: con el Premio de la Tolerancia.
Uno de los lugares más emblemáticos de San Juan de Acre es su porticado patio de columnas, de época turca. Y, sobre todo, su reloj, que da las horas en esferas con números romanos, hebreos y árabes.
San Juan de Acre, nos habla de una historia muy reiterada en Tierra Santa: las construcciones, destrucciones y reconstrucciones sucesivas. Nos habla de ambiciones y de expectativas. Nos habla también de una etapa tan polémica de la historia como fueron las Cruzadas -aquella inmensa locura, amparada en una singular y contextualizada concepción de entonces de lo divino. Y nos habla hoy, sobre todo, de concordia, de tolerancia, de resurrección y de esperanza. Nos habla con sus recuperadas piedras cruzadas milenarias, con su doble nombre hebreo y cristiano y con su reloj del patio de las columnas

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