Templarios, obra del escultor soriano Eduardo Mazariegos será instalada en la plaza de San Pedro durante la celebración de la muestra Las Edades del Hombre. Esta obra, que representó a Castilla y León en la feria Expopiedra en 1993, volverá a exhibirse en Soria, después de más de 15 años cuando se pudo ver en la plaza Mayor. El Ayuntamiento de Soria ha elegido esta escultura, en la actualidad propiedad de Ángel González, para presidir la remodelada plaza de San Pedro, situada frente a la Concatedral, mientras se celebre la muestra de arte sacro. Una vez finalizado el evento el Consistorio ha previsto sustituir el original de piedra por una réplica de bronce. El monumento ocupará el lugar central de la plaza, que se ha concebido como un punto de descanso y expansión para los turistas. El nuevo espacio se convertirá en una zona verde donde el césped será el elemento dominante. En el perímetro interior se colocarán rampas y a ambos lados se dispondrán láminas de agua, según el proyecto dado a conocer por el Ayuntamiento. La escultura de Eduardo Mazariegos será así el elemento central de un diseño urbano novedoso, con la particularidad de que se ha concebido para integrar al transeúnte y ofrecerle una breve parada artític al aire libre. Aunque han pasado muchos años, no es la primera vez que se puede ver una obra de Eduardo Mazariegos en Soria. De hecho muchas de sus grandes obras en piedra de han sido concebidas aquí. El escultor lleva más de 25 años haciendo brotar imágenes de la piedra, la madera, el bronce o el lienzo. Algunos críticos han definido su estilo como ‘neorrománico’. Y es que la escultura de Eduardo Mazariegos impulsa el arte de la piedra más allá, hacia un lenguaje propio y contemporáneo. El caso de esta escultura es además una apuesta por rescatar un elemento autóctono, una piedra arenisca muy especial por sus características: el ojo de perdiz. Templarios fue labrada en la sierra del Almuerzo, concretamente en Aldehuela de Periáñez, en 1991. Los enorme bloques de piedra (uno de ellos terminó siendo una escultura de 3.000 kilogramos de peso) se esculpieron en la misma cantera donde fueron extraídos. Templarios representa a dos caballeros de la orden del Temple en actitud de vigilancia, aunque no son los únicos templarios. El motivo lo ha repetido Eduardo Mazariegos en otras imágenes, como la de la fotografía superior. Las características del ojo de perdiz se dejan percibir al tacto mucho más que a la vista. La superficie pulida y redondeada de estos templarios deja ver colores y vetas propias de la piedra que confieren mayor fuerza a la imagen. El ojo de perdiz tiene la particularidad de que en exposición al aire, la lluvia y el sol se hace más resistente, al contrario de lo que sucede con otros tipos de piedra. Para Eduardo Mazariegos esta escultura tiene un significado particular, puesto que además de guerreros, los templarios eran los guardianes del camino: “Tienen ese espíritu en el que uno jamás puede abandonar al otro, si está herido tiene que ayudarle”, explica el escultor sobre una figura que sigue interesándole como motivo artístico y cultural: “Hay muchas leyendas o mitos o realidades sobre los templarios, se dice que fueron los primeros que descubrieron América; su figura sigue siendo motivo de intriga y especulación para muchas personas”, explica. “Creo que los templarios nacen de la templanza, famosa virtud que todos necesitamos en grandes cantidades”, afirma Eduardo Mazariegos, quien se decanta “por la paz y las cuatro culturas” y prefiere el significado de los templarios como vigilantes del camino en lugar de la imagen de guerreros de la cruz y la espada que emprendieron las cruzadas. De hecho, gran parte de la obra de este escultor, que actualmente vive en Madrid, pero que ha desarrollado gran parte de su trabajo como escultor en Soria, está unida a la naturaleza y la figura femenina como símbolo de vitalidad, pero sobre todo en un universo expresivo donde la creatividad y una dosis de rebeldía se dan la mano con una búsqueda de la infancia, un aire de ensoñación que forman imágenes muy personales. Forjado como escultor en los años 80, Eduardo Mazariegos no puede ocultar en sus obras la huella de esos años ‘rebeldes’ de vitalidad y desenfado. Utiliza muchas materias primas, pero sin duda, la piedra es la que más satisfacciones le ha dado y la que mayor número de exposiciones ha ocupado. Mazariegos es uno de esos artistas en los que se cumple la indeseable máxima ‘Nadie es profeta en su tierra’, y que sin embargo deja ver en muchas de sus obras sus orígenes, raíces profundas de esta Soria que un día dejó para buscar horizontes, pero que no ha olvidado, aunque la tierra sí parece tener en este caso, una cierta amnesia.
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