La aldea, ubicada a unos 40 kilómetros al sudeste de Brno, tiene cerca de 2.500 habitantes y 640 de ellos están registrados oficialmente como vinicultores. Así que una de cada cuatro personas que viven en Čejkovice tiene un viñedo. Sumando: Cada familia tiene algo que ver con la vinicultura.
Nada de extrañar. El cultivo de la vid en esta región tiene una larga tradición que se debe a la Orden de los Templarios. La primera mención escrita sobre la presencia de estos caballeros misteriosos en Čejkovice data del año 1248, dice Pavel Pastorek de la cooperativa de vitivinicultores denominada Templářské sklepy, en español Bodegas Templarias.
“Los templarios construyeron en Čejkovice una fortaleza medieval y seguidamente empezaron a cavar una extensa red de sótanos. Para la época de entonces tenían un tamaño realmente grande. Se mantuvieron conservados durante siglos y posteriormente fueron ampliados por los jesuitas que residían en Čejkovice desde el año 1623”.
¿Pero por qué se instalaron los templarios precisamente en Čejkovice?
Estuvo relacionado con la expansión económica de la orden. Después de terminar las cruzadas en Oriente Próximo los templarios se trasladaron a Europa. Los miembros de la orden eran administradores muy capaces, llevaban libros de contabilidad, sabían calcular intereses, utilizaban pagarés. Todas estas actividades facilitaban su expansión y alrededor del año 1230 su encomienda llegó a Praga. Sin embargo, allí estaba instalada ya la Orden de San Juan del Hospital de Jerusalén.
Hoy conocida como la Orden de Malta. No cantan bien dos gallos en un gallinero.
Así fue. Los templarios no permanecieron en Praga mucho tiempo y en 1248 su máximo representante, el comendador, estableció su sede en Čejkovice.
“Tuvo quizá también un significado geopolítico porque Čejkovice se halla a 100 kilómetros de Viena. La situación geográfica de la localidad permitía mantener contactos con estirpes reales y con la nobleza. Además se podía cultivar aquí la vid y producir vino, lo cual era muy importante para una orden cristiana que necesitaba vino para oficiar las misas”, indica Pavel Pastorek.
La presencia de los templarios significó un verdadero bienestar para la región. Los habitantes no conocían lo que eran las hambrunas ni otros desastres que golpeaban a la Europa medieval, agrega nuestro guía Pavel Pastorek.
“Los templarios velaban por la seguridad de los mercados y los caminos comerciales. Apoyaban la venta de productos de artesanía en Moravia del Sur. Cuidaban de la cosecha y el almacenamiento del trigo, con lo cual solucionaron los problemas relacionados con la alimentación. Y destacaban especialmente en el campo financiero”.
El templario más conocido de Moravia y Bohemia fue el comendador Ekko, que vivió en Čejkovice en las postrimerías del siglo XIII. Hoy lleva su nombre una serie especial de vinos fabricados de las mejores uvas.
El vino Komtur Ekko se vende en botellas en cuyo cuello está acuñada la cruz de la Orden de los Templarios.
Este símbolo histórico aparece también en el marbete de las 80 variedades de vino que produce la cooperativa “Bodegas Templarias”. Se trata de una marca protegida, registrada tanto en la Unión Europea como en el ultramar.
Hablamos del vino, ¡pero todavía no hemos bajado a las bodegas!
No tenemos que caminar lejos. La entrada está cerca de la antigua fortaleza de los templarios, remodelada posteriormente en palacio y aún más tarde transformada en hotel.
Bajamos por una escalera escarpada y húmeda hacia las profundidades de Čejkovice.
El tamaño original del laberinto de bodegas de Čejkovice es desconocido. La leyenda dice que los pasillos subterráneos conducían a la ciudad eslovaca de Skalica, a unos 20 kilómetros de distancia.
El recorrido turístico, que es accesible durante todo el año, incluye unos 600 metros de corredores bordeados por barriles llenos de vino. No estamos en un museo. Las bodegas tienen un fin y cuentan con una capacidad de barriles de casi medio millón de litros de vino.
Bajamos al lugar más profundo de las bodegas, por encima de nosotros hay unos 16 metros de tierra, cuenta Pavel Pastorek.
“Aquí vemos uno de los barriles más antiguos de estas bodegas. Fue instalado aquí en 1946 con motivo del décimo aniversario de la fundación de la cooperativa vitivinícola original. En su frente está tallada la figura de San Venceslao, patrón de las tierras checas y uno de los patrones de los vinicultores. En los lados del barril están tallados los nombres de los miembros fundadores de la cooperativa”.
El barril tiene un volumen de casi ocho mil litros y sirve hasta hoy día. Una prueba de que un barril de madera de roble de calidad perdura decenas de años.
Cada año que termina con la cifra 6 los vitivinicultores de las bodegas templarias de Čejkovice compran un nuevo barril con un relieve tallado. Esta tradición no se interrumpió ni en los tiempos del socialismo cuando las bodegas pertenecientes a la cooperativa, disuelta forzosamente en 1952, fueron confiscadas por el Estado.
En 1994 la cooperativa fue restablecida y desde entonces continúa con la tradición. En 1996 instaló en la bodega un barril decorado con una uva enorme y en 2006 otro con la cruz de los templarios y dos caballeros.
Prosiguiendo nuestro recorrido pasamos por delante de un espacio cerrado con rejas. Aquí están guardadas las muestras de los vinos más antiguos, explica Pavel Pastorek.
“El vino más añejo que tenemos aquí procede de la cosecha del año 1974. ¿Por qué no tenemos vinos más antiguos? Hay dos motivos: Primero, en la Checoslovaquia de entonces no era posible conseguir corchos de calidad. Segundo, en esa época no había clientes que pidieran estos vinos”.
El archivo de los vinos es vigilado por una escultura de San Urbano, otro patrono de los vinicultores. Pero quizá lo protege mucho más la fuerte cadena que lo rodea. Nos acercamos al final de nuestro recorrido por las bodegas de Čejkovice.
Nada de extrañar. El cultivo de la vid en esta región tiene una larga tradición que se debe a la Orden de los Templarios. La primera mención escrita sobre la presencia de estos caballeros misteriosos en Čejkovice data del año 1248, dice Pavel Pastorek de la cooperativa de vitivinicultores denominada Templářské sklepy, en español Bodegas Templarias.
“Los templarios construyeron en Čejkovice una fortaleza medieval y seguidamente empezaron a cavar una extensa red de sótanos. Para la época de entonces tenían un tamaño realmente grande. Se mantuvieron conservados durante siglos y posteriormente fueron ampliados por los jesuitas que residían en Čejkovice desde el año 1623”.
¿Pero por qué se instalaron los templarios precisamente en Čejkovice?
Estuvo relacionado con la expansión económica de la orden. Después de terminar las cruzadas en Oriente Próximo los templarios se trasladaron a Europa. Los miembros de la orden eran administradores muy capaces, llevaban libros de contabilidad, sabían calcular intereses, utilizaban pagarés. Todas estas actividades facilitaban su expansión y alrededor del año 1230 su encomienda llegó a Praga. Sin embargo, allí estaba instalada ya la Orden de San Juan del Hospital de Jerusalén.
Hoy conocida como la Orden de Malta. No cantan bien dos gallos en un gallinero.
Así fue. Los templarios no permanecieron en Praga mucho tiempo y en 1248 su máximo representante, el comendador, estableció su sede en Čejkovice.
“Tuvo quizá también un significado geopolítico porque Čejkovice se halla a 100 kilómetros de Viena. La situación geográfica de la localidad permitía mantener contactos con estirpes reales y con la nobleza. Además se podía cultivar aquí la vid y producir vino, lo cual era muy importante para una orden cristiana que necesitaba vino para oficiar las misas”, indica Pavel Pastorek.
La presencia de los templarios significó un verdadero bienestar para la región. Los habitantes no conocían lo que eran las hambrunas ni otros desastres que golpeaban a la Europa medieval, agrega nuestro guía Pavel Pastorek.
“Los templarios velaban por la seguridad de los mercados y los caminos comerciales. Apoyaban la venta de productos de artesanía en Moravia del Sur. Cuidaban de la cosecha y el almacenamiento del trigo, con lo cual solucionaron los problemas relacionados con la alimentación. Y destacaban especialmente en el campo financiero”.
El templario más conocido de Moravia y Bohemia fue el comendador Ekko, que vivió en Čejkovice en las postrimerías del siglo XIII. Hoy lleva su nombre una serie especial de vinos fabricados de las mejores uvas.
El vino Komtur Ekko se vende en botellas en cuyo cuello está acuñada la cruz de la Orden de los Templarios.
Este símbolo histórico aparece también en el marbete de las 80 variedades de vino que produce la cooperativa “Bodegas Templarias”. Se trata de una marca protegida, registrada tanto en la Unión Europea como en el ultramar.
Hablamos del vino, ¡pero todavía no hemos bajado a las bodegas!
No tenemos que caminar lejos. La entrada está cerca de la antigua fortaleza de los templarios, remodelada posteriormente en palacio y aún más tarde transformada en hotel.
Bajamos por una escalera escarpada y húmeda hacia las profundidades de Čejkovice.
El tamaño original del laberinto de bodegas de Čejkovice es desconocido. La leyenda dice que los pasillos subterráneos conducían a la ciudad eslovaca de Skalica, a unos 20 kilómetros de distancia.
El recorrido turístico, que es accesible durante todo el año, incluye unos 600 metros de corredores bordeados por barriles llenos de vino. No estamos en un museo. Las bodegas tienen un fin y cuentan con una capacidad de barriles de casi medio millón de litros de vino.
Bajamos al lugar más profundo de las bodegas, por encima de nosotros hay unos 16 metros de tierra, cuenta Pavel Pastorek.
“Aquí vemos uno de los barriles más antiguos de estas bodegas. Fue instalado aquí en 1946 con motivo del décimo aniversario de la fundación de la cooperativa vitivinícola original. En su frente está tallada la figura de San Venceslao, patrón de las tierras checas y uno de los patrones de los vinicultores. En los lados del barril están tallados los nombres de los miembros fundadores de la cooperativa”.
El barril tiene un volumen de casi ocho mil litros y sirve hasta hoy día. Una prueba de que un barril de madera de roble de calidad perdura decenas de años.
Cada año que termina con la cifra 6 los vitivinicultores de las bodegas templarias de Čejkovice compran un nuevo barril con un relieve tallado. Esta tradición no se interrumpió ni en los tiempos del socialismo cuando las bodegas pertenecientes a la cooperativa, disuelta forzosamente en 1952, fueron confiscadas por el Estado.
En 1994 la cooperativa fue restablecida y desde entonces continúa con la tradición. En 1996 instaló en la bodega un barril decorado con una uva enorme y en 2006 otro con la cruz de los templarios y dos caballeros.
Prosiguiendo nuestro recorrido pasamos por delante de un espacio cerrado con rejas. Aquí están guardadas las muestras de los vinos más antiguos, explica Pavel Pastorek.
“El vino más añejo que tenemos aquí procede de la cosecha del año 1974. ¿Por qué no tenemos vinos más antiguos? Hay dos motivos: Primero, en la Checoslovaquia de entonces no era posible conseguir corchos de calidad. Segundo, en esa época no había clientes que pidieran estos vinos”.
El archivo de los vinos es vigilado por una escultura de San Urbano, otro patrono de los vinicultores. Pero quizá lo protege mucho más la fuerte cadena que lo rodea. Nos acercamos al final de nuestro recorrido por las bodegas de Čejkovice.
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