A MI QUERIDO HERMANO " EL PATER CRISPIN"

25 de octubre SAN CRISPÍN y SAN CRISPINIANO, Mártires.


Los gloriosos hermanos y mártires de Jesucristo san Crispín y san Crispiniano eran nobles patricios de Roma los cuales al ver los estragos que los perseguidores de la Iglesia hacían en el rebaño del Señor, robándoles los bienes y quitándoles después la vida con los más atroces suplicios, determinaron vender toda su ha cienda y trasladarla al cielo por las ma nos de los pobres. Hechos así pobres por amor de Cristo, pasaron a las Galias en compañía de san Quintín y otros celosos cristianos, para dar noticia de la fe a aquellas gentes idólatras. Después de muy largos y penosos viajes, en los cua les sembraron en varias poblaciones las semillas de la verdad evangélica, pusie ron su residencia en la ciudad de Soissons, y a ejemplo de san Pablo, que unía su ministerio apostólico con el tra bajo manual, nuestros santos hermanos enseñaban en todas las ocasiones opor tunas que se les ofrecían, la doctrina del Salvador del mundo, y se ganaban el sustento haciendo calzado. Escuchaban los infieles con asombro sus pláticas ad mirables y consejos de perfección nunca oídos, maravillándose más todavía de su vida santísima, y señaladamente de su caridad, desinterés, piedad y menospre cio de la gloria y vanidad del mundo, pues jamás les veían en los públicos regocijos y fiestas de los dioses; porque mientras los idólatras se entregaban a aquellos pasatiempos, los dos santos hermanos se postraban delante de una cruz, y oraban con gran fervor a Jesucristo. para que con su gracia alumbrase a aquellos hom bres tan ciegos. De esta manera con su vida ejemplar y santa conver sación redujeron a la fe gran muchedumbre de gentiles. En esta sazón vino a la Galia Bél gica el emperador Maximiano Hercúleo, y algunos idólatras se quejaron amargamente de los dos hermanos, diciendo que eran enemigos de los dioses, y que desasosegaban al pueblo inficionándole con una nueva superstición. El emperador, por deseo de complacer a los delatores, y por el odio que tenía al nombre cristiano, dio orden de que los dos hermanos fuesen presos y presentados al tribunal de Riccio Varo, tirano sangriento, a quien había hecho antes, gobernador de la Galia, y promovido ya en aquellos días a la dignidad de prefec to del Pretorio. Mandó este bárbaro juez que atormentasen a los dos santos con desapiadados azotes y después con los más rigurosos suplicios, con que solían probar la constancia de los mártires, has ta que viéndolos salir triunfantes de todos los tormentos, mandó degollarlos. Le vantaron los fieles de Soissons un tem plo suntuoso a la memoria de los santos Crispín y Crispiniano, y san Eligio ador nó magníficamente las urnas de sus sagrados cuerpos.


REFLEXIÓN


En el glorioso catálogo de los santos figuran no pocos que concilia ron el trabajo manual y la fatiga del cuerpo con eminentísima santidad. San Pablo hacía tiendas de campañas, entre los demás apóstoles había pescadores, la bradores y de otros oficios, san José, la Virgen santísima y nuestro mismo divino Redentor se ganaron el pan con el sudor de su rostro. Pues, ¿qué perdón merecen aquellos cristianos tan reprensibles que con achaque de la pobreza que pasan, o del trabajo de que han de vivir, preten den excusar su pureza en las cosas de Dios y de su eterna salvación? ¿Por ven tura no puede el pobre labrador o artesa no tener a raya sus pasiones y vivir conforme a la ley del santo Evangelio?


ORACIÓN


¡Oh Dios! que nos alegras con la anual festividad de tus bienaventurados mártires Crispín y Crispiniano, concédenos propicio, que gocemos de sus méritos, y seamos instruidos con sus ejemplos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén



LA HERMANDAD DE SAN CRISPÍN Y SAN CRISPINIANO DE SEVILLA


I.-INTRODUCCIÓN


En este artículo vamos a hacer algunas aportaciones a la historia de esta primitiva y extinta hermandad de San Crispín y San Crispiniano, del gremio de los zapateros de Sevilla. Como es sabido, esta corporación tenía su sede canónica nada menos que en la iglesia Colegial del Salvador,templo que está considerado como el más importante de Sevilla, después eso sí de la Catedral. Estacircunstancia nos puede dar una idea aproximada del poder económico y social del citado gremio.
De hecho, en la Sevilla del Descubrimiento se estimaba que los oficios de la piel y el cuero estaban entre los más poderosos de la ciudad, tanto por su extenso número de integrantes -348- como por su potencialidad económica, analizada por Blanca Morel a través de las cartas de dotes.
Los zapateros tuvieron, probablemente desde su fundación, un retablo en una de las naves laterales de la Iglesia del Salvador. Poco tiempo después de la reconstrucción del edificio, cuyas obras finalizaron en torno a 1712, los hermanos zapateros pensaron que debían adquirir un nuevo retablo que cobijase a sus imágenes titulares y que estuviese mucho más acorde con la grandeza del nuevo templo. Concretamente, en 1730, los oficiales del instituto consideraban que su retablo era "de fábrica antigua y de decencia no correspondiente a la que por lo general tienen las capillas de la dicha fábrica". Por ello acudieron a los ensambladores, arquitectos y escultores sevillanos Francisco José y José Fernando de Medinilla para la talla de su nuevo altar. Actualmente este retablo se conserva en la cabecera de la nave de la epístola del citado templo. Está formado por banco, un cuerpo de tres calles y ático, presidiendo la hornacina principal una Dolorosa -fruto de la transformación de una antigua efigie de Santa Ana- flanqueada por los dos santos gremiales, San Crispín y San Crispiniano.


2.-LAS REGLAS DE 1633


Este presente artículo no tiene más pretensiones que ofrecer algunos comentarios sobre un libro de reglas de esta hermandad, fechado en 1633. En la portada encontramos como título:
"Regla de la hermandad y cofradía de los Santos Mártires San Crispín y Crispiniano, sita en la iglesia colegial del Salvador". Según se especifica, dicho instituto fue fundado por el gremio de los zapateros en 1515. Sin embargo, en 1633 llevaron a cabo una profunda renovación, cuyo signo más visible fue la redacción de las nuevas reglas que ahora comentamos.
Como ya hemos afirmado, la hermandad estaba dedicada a las advocaciones de San Crispín y San Crispiniano que fueron dos personajes romanos que vivieron en el siglo III después de Cristo.
Al parecer estos, nacidos en el seno de una familia profundamente cristiana, sintieron la llamada de Cristo para difundir el cristianismo por la Galia, entonces pagana. Una vez en territorio galo y mostrando un sentido de la honestidad muy acentuado pensaron que la petición de limosnas no era la mejor forma de evangelizar. Por ello decidieron aprender el oficio de zapateros para sobrevivir del dinero que generase su propio trabajo y evitar ser gravosos a la población. Así fue como se iniciaron en el oficio. Sin embargo, las cosas no marcharon nada bien para los dos honrados personajes que fueron prendidos y sufrieron un largo martirio, hasta su decapitación ocurrida, según la tradición, en el año 287 de nuestra era. Desde la Edad Media el gremio de los zapateros los tenía como patronos de su oficio.


Las reglas están formadas por un encabezamiento y treinta y siete capítulos. Prácticamente los catorce primeros están dedicados a la composición de su cabildo, a la elección de sus miembros y a la ubicación de cada oficial en el pleno. Las sesiones de juntas se debían celebrar en una capilla que poseía la corporación "al lado derecho de Nuestra Señora de las Aguas, hacia el altar mayor"
(Cap. I). Allí mismo debía haber un pequeño mueble en el que se custodiaba su archivo (Cap. XXV).


La junta de gobierno estaría formada exactamente por diecinueve oficiales, a saber: un hermano mayor, dos alcaldes, un mayordomo, un prioste, un escribano, un fiscal y doce diputados (Cap. II). Obviamente el personaje más importante de la corporación era el hermano mayor, quien presidía los cabildos, flanqueado por los dos alcaldes -el más viejo al lado derecho y el de menos edad al izquierdo- (cap. XIII). La elección de los cargos se haría anualmente, tras la fiesta que se le hacía al santo patrón todos los veinticinco de octubre. La forma de elección era curiosa. En el caso del hermano mayor los alcaldes nombraban a un candidato y el resto de los hermanos a otros, saliendo elegido el aspirante más votado. Los alcaldes eran elegidos de forma parecida, a saber: los propios alcaldes elegían a otros dos candidatos y los demás hermanos proponían otros dos, resultando electos los dos más votados. En los demás puestos el procedimiento era el mismo, los alcaldes nombraban a uno, el resto de los hermanos a otro y ganaba el que más votos recibiese.


En los momentos de la redacción de las reglas la hermandad estaba totalmente cerrada verticalmente, según la terminología de Isidoro Moreno, pues estaba formada exclusivamente por todos los maestros del gremio. Y precisamente el último capítulo, el XXXVII, iba al fondo de la cuestión al decir "que todos los maestros de nuestro oficio sean cofrades".


Los fines de la cofradía quedaban también muy bien especificados: primero, la veneración de los dos santos mártires y sus reliquias (cap. XXIII), delante de cuyas imágenes debía arder permanentemente una lámpara de plata (Cap. XXIV). Y segundo, cubrir las necesidades asistenciales y caritativas de los miembros del gremio. Concretamente, sus estatutos obligaban a sus integrantes a proporcionar un enterramiento digno a los hermanos difuntos, acompañando su cuerpo con doce hachas en el entierro y celebrando una misa al mes. También sus familias tendrían derecho al seguro de enterramiento, atendiendo a sus mujeres, hijos y nietos así como a los suegros y criados, todos ellos con seis hachas en sus respectivos entierros. Esta claro que estas cofradías gremiales funcionaban, más claramente que ningún otro tipo de asociación religiosa, como verdaderos seguros de vida para el asegurado y su familia. En unos tiempos donde no había seguros de desempleo, ni seguridad social, la única garantía de subsistencia en momentos adversos dependía exclusivamente de las acciones caritativas del propio gremio. Pero también había sitio para la beneficencia, como ocurría en la mayor parte de las hermandades de esta época. Ésta se limitaba a proporcionar gratuitamente veinticuatro pares de zapatos a otros tantos pobres (Cap. XXXII). Pese a su relativamente modesto aporte en pro de los menesterosos de Sevilla, en las reglas se dedican nada menos que cuatro capítulos a regular este aspecto. En ellos se desarrolla con detalle desde la manera en que debían confeccionarse los mismos, hasta la forma de seleccionar a los posibles beneficiarios. Curiosamente las ordenanzas especifican la preferencia que debían tener los hermanos a la hora de entregar los zapatos.
Concretamente dos colectivos se beneficiarían preferentemente de estos zapatos gratis: los impedidos y "las viudas pobres".


3.-CONCLUSIÓN


Con estos pocos datos hemos querido dar a conocer algunos aspectos del pasado de esta
hermandad de San Crispín y San Crispiniano del gremio de los zapateros de Sevilla. Hermandad y gremio eran prácticamente la misma cosa por lo que aquélla gozó del amplio prestigio que le proporcionaba su populoso gremio.


La hermandad debió extinguirse a lo largo del siglo XIX, coincidiendo con la desaparición de los gremios. Hubo algunas cofradías gremiales que terminaron reciclándose en cofradías abiertas y subsistieron en el tiempo hasta nuestros días. En el caso de esta hermandad de los zapateros no sobrevivió al siglo XIX, considerado el más anticlerical de toda la historia de España. Así, pues, en el templo del Salvador de Sevilla tan solo se mantienen activas actualmente la hermandad de Pasión, fusionada con la Sacramental y con sede precisamente en esta capilla, y la del Cristo del Amor, que desde 1922 tiene su altar en la nave de la epístola.


Creemos que este pequeño artículo contribuye a rescatar del olvido una hermandad casi olvidada en nuestros días pero que formó parte activa de la religiosidad popular de la Sevilla Moderna.

1 comentario:

  1. Os agradezco +Hermana vuestro dedicado post, que he leido mientras me comía un paquete entero de MAGDALANAS con una gran taza de café con leche.
    Un FTAT, "el Pater Crispín"

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